La comunidad cristiana

Reconocemos que por gracia hemos sido salvados mediante la fe; esto no procede de nosotros, sino que es el regalo de Dios. Al contrario, en otro tiempo estábamos muertos en nuestras transgresiones y pecados, pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo (Efesios 2). Profesamos Cristo como nuestro salvador, reconociendo su muerte sustitutiva y resurrección victoriosa, y según esta profesión inmersos en el nombre del Padre, Hijo, y Espíritu Santo (Mateo 28); renovamos solemnemente y alegremente nuestro pacto el uno con el otro como un cuerpo en Cristo (1 Corintios 12).

Prometemos no dejar de congregarnos como iglesia, sino animarnos los unos a los otros (Hebreos 10:25); apoyar su adoración (Efesios 5:19), ordenanzas (1 Corintios 11), disciplina (1 Corintios 5), y doctrina (2 Timoteo 3); a contribuir con gusto y fielmente a su estabilidad espiritual y financiera (2 Corintios 9) y su propagación del evangelio a todas naciones (Mateo 28).

Prometemos vivir de una manera digna del llamamiento que hemos recibido, siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes los unos con los otros en amor (Efesios 4:1–2); evitar toda conversación obscena y al contrario, contribuir a la necesaria edificación y ser de bendición para quienes escuchan (Efesios 4:29); honrar nuestros ancianos, los pastores del rebaño (1 Timoteo 5); y ejercer preocupación cariñosa los unos a los otros (1 Corintios 12:25).

Prometemos instruirnos y aconsejarnos los unos a los otros con toda sabiduría, por medio de la palabra de Cristo que habita en nosotros con toda su riqueza (Colosenses 3:16); servirnos  los unos a los otros con amor (Gálatas 5:13); alegrarnos con los que están alegres; llorar con los que lloran (Romanos 12:15) y ayudarnos los unos a los otros a llevar nuestras cargas con compasión (Gálatas 6:2).

Prometemos ser celosos de buenas obras (Tito 2:14); encontrar nuestro deleite en la palabra del Señor (Salmo 1); confesarnos los unos a los otros nuestros pecados, y orar los unos por los otros (Santiago 5:16); esforzarnos por promover todo lo que conduzca a la paz y a la mutua edificación para no hacer caer a nuestro hermano (Romanos 14:19–21); rechazar la impiedad y las pasiones mundanas (Tito 2:12); y buscar la salvación de los perdidos por la proclamación habitual del evangelio (Mateo 28).

Prometemos que si salimos de esta asamblea, rápidamente nos reuniremos con otra iglesia dónde podemos llevar a cabo el espíritu de este pacto.

Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos nosotros (2 Corintios 13:14). 

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